En la segunda mitad del siglo XVIII, aún recorrían las tierras checas practicantes de teatro de los más variados tipos, entre ellos un abundante número de titiriteros. Sus caminos seguían dos rutas principales: una conducía desde Sajonia a través de Teplice hasta Praga, continuando hacia Moravia y desde allí a Hungría o Transilvania; la otra iba desde Italia y Austria hacia Bratislava o directamente a través de Moravia hasta Bohemia o Polonia.
Sin embargo, los nombres checos comienzan a aparecer en las solicitudes oficiales de permisos para realizar espectáculos de marionetas. A pesar de la escasez de pruebas históricas, podemos suponer que a partir de la década de 1770 aparecieron los primeros titiriteros checos en el país. Entre los titiriteros checos más antiguos conocidos, se encuentran los predecesores de Jan Václav Bitter de Mělník y Matej Vavrouš de Habry na Čáslavsku, cuyos padres, según las declaraciones en sus solicitudes de permiso, vivían del teatro de marionetas.
El titiritero checo más antiguo registrado es Jan Brát (o Brath, Prath, Bráda) de Náchod. La información sobre él proviene de las Memorias de la parroquia de Studnicná. Según estas memorias, el hijo de un carpintero local talló marionetas, construyó un escenario, practicó con las marionetas en una taberna local y luego salió al mundo con sus títeres. Existen documentos de Litoměřice, Teplice, Bílina, Tábor, Jindřichův Hradec y Brno que registran sus actividades como titiritero entre 1775 y 1802.
En la década de 1780, aparecen los primeros titiriteros de las futuras dinastías famosas de titiriteros: los Miessners (también Maizners), Kockas, Finks, Maleceks, Dubskýs, Kludskýs, Vída, entre otros.
El nombre de Jan Kopecký aparece por primera vez en 1779. Fue el fundador de una de las líneas más famosas de titiriteros, cuyos descendientes directos aún se dedican al teatro de marionetas hoy en día.
Las marionetas eran el tesoro más preciado de los titiriteros. La mayoría estaban talladas en madera de tilo, construidas de manera sencilla (cabeza y rodillas unidas por articulaciones, brazos sujetos libremente), medían en promedio 70 cm (o incluso más), estaban suspendidas por hilos y controladas con una simple barra transversal.